martes, 1 de marzo de 2011

Querías a alguien que te dejara seco y vacío, que te mirara a los ojos mientras te quitaba la ropa. Querías a alguien a quien no fueras a volver a ver, alguien que hiciera que no te sintieras culpable por contar tus desdichas una noche de verano. Alguien con quien poder ser salvaje, desconsiderado, alguien que te devolviera los golpes y te destrozara la espalda con sus arañazos. Alguien a quien le importara tu cuerpo, no tu alma. Alguien que te hiciera estallar, olvidar, suspirar, gemir... Un amor de veinte minutos, de esos que se van por donde vinieron, sin dar ni pedir una explicación. Uno que tenga sabor a alcohol y a cigarrillos, y que su piel se cubra del sudor desesperado de los incandescentes. Alguien a quien apagarle las ganas a cambio de una sonrisa cómplice, alguien con quien compartir un deseo mudo, caricias silenciosas y jadeos hechos de nitroglicerina.


Alguien con quien no hiciera falta fe, solo pasión. El alma que faltaba en tu cama...